Bien detengámonos en los elementos de la obra pictórica, porque su conocimiento contribuye a una contemplación más cabal por parte del espectador.
Elementos de la obra pictórica.
Dibujo. Las formas vienen definidas por bordes que las limitan. El dibujo es tan importante que el color se reduce a un complemento cuya supresión no resultaría decisiva,como por ejemplo en la cerámica griega. Al igual que el lenguaje, el dibujo puede ser fácil y suelto, académico,vigoroso, nervioso, e incorrecto. La vitalidad del dibujo se basa en cambios de grosor y en movimientos capaces de trasmitirnos el pálpito de las cosas vivas. Las lineas verticales nos comunican efectos de fuerza; las horizontales, quietud o reposo; las diagonales movimiento; las curvas gracia.
Luz. Si la luz blanca se descompone en los colores del arco iris al atravesar un espacio prismático, es obvio que el pintor es capaz de obtener efectos luminosos con las combinaciones de colores y tonos. Así se convierte la luz en un elemento capital del cuadro,
Profundidad. En sentido estricto, la pintura es un arte en dos dimensiones pero la obsesión por la capacitación óptica de la tercera dimensión es una constante de su historia. El cuadro tiene un fondo a veces lejano. La perspectiva es la tercera dimensión. Con ella el pintor salva la infranqueable condición de bidimensionalidad que le impone el lienzo y se adentra en el juego del espacio y del engaño óptico que supone el fingimiento de una dimensión no consustancial a la pintura.
Composición. En el cuadro nos encontramos con multitud de elementos: figuras, objetos, luces sombras. el artista ha de establecer un orden sobre la tela y elegir el lugar que ha de ocupar cada elemento. Esa disposición de las partes tan necesarias para el pintor como para el arquitecto, de denomina composición y según sus características trasmite al espectador serenidad o inquietud.
Concepción del tema. Todo creador concibe concibe su obra de una manera peculiar, en la que se reflejan rasgos personales y de época.
Estos elementos nos permitirán conocer los estilos y el arte personal de los grandes maestros. Y situados ante una tela en un museo o ante un fresco en una iglesia podremos elevarnos hasta la contemplación de los aspectos más nobles de la obra de arte.
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