martes, 14 de septiembre de 2010

Cabo de Gata (Almería)

El cabo de Gata es un cabo localizado en el sur de la península Ibérica, frente al mar Mediterráneo, en la española provincia de Almería.

La negra lava, hoy desgastada, sigue brillando bajo el influjo de la luz solar durante los largos veranos de Almería. Si es que allí, alguna vez acaba la estación… El Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar se extiende a lo largo y ancho de treinta y ocho mil hectáreas de tierra y mar donde se alternan redondeados montes, playas arenosas, quebrados acantilados, llanuras polvorientas y calas minúsculas y solitarias. Un lugar donde el tiempo parece transcurrir más despacio y la brisa se llena con el sonido del batiente oleaje.

Casi tres mil horas de sol al año hacen de Sierra de Gata un lugar excepcional lleno de contrastes. Allí, se funden el mar y la montaña creando un conjunto difícil de describir en el cual, a pesar de la aridez que se aprecia a primera vista, es posible contemplar un tipo de belleza distinto, alejado de las altas cumbres cubiertas de espesa vegetación. En Cabo de Gata, por el contrario, las plantas muestran una desacostumbrada rudeza, producto de su necesaria adaptación, y palmitos, pitas y chumberas preludian el paisaje del cercano desierto de Tabernas. Un horizonte reseco y polvoriento en el cual se intercala una estrecha línea costera rota por negros acantilados y bellas calas.
Los acantilados no pueden ocultar su origen volcánico, pero si encierran pequeñas playas semivirgenes a las, habitualmente, sólo se puede llegar a pie y, en algunas ocasiones, únicamente por barco es posible acceder a ellas. En cualquier caso, el contraste de la roca negruzca con el agua argentina es suficiente invitación como para intentar, al menos, verlas desde la altura del barranco. Otras, más grandes, como Monsul, El Playazo o la Isleta del Morose muestran más accesibles, pero no menos hermosas, pues comparten el negror de la roca, la limpidez del agua y aportan dorada y fina arena en abundancia.

Con tales condiciones, no es pues extraño que se haya declarada una concreta protección sobre la zona. Así, elParque Natural del Cabo de Gata-Níjarabarca el extremo oriental del municipio de Almería capital, alargándose por el sur del término de Níjar hasta alcanzar Carboneras. Una especie de rectángulo que se extiende de norte a sur, teniendo como eje principal la propia línea de la costa y que no puede negar la influencia del cercano desierto almeriense que baja desde el Campo de Tabernas y desde la sierra Alhamilla, localizándose dunas y salinas en la franja costera y un paisaje de sierra de escasa altura azotada duramente por la erosión del viento, del sol y de las aguas marinas.
Como tal, la sierra de Cabo de Gata se originó durante un periodo volcánico que duró unos diez millones de años y que terminó hace unos siete millones de años. En ese periodo de tiempo, se sucedieron varias fases de reposo, erosión e influencia marina que, en la actualidad, se expresan en los tonos y las texturas de las rocas. Además, se registra una rica variedad mineralógica, que incluye oro, jaspe, ágata… especies todas ellas que se relacionan directamente con alteraciones hidrotermales.

En el parque luce el sol durante 2.900 horas al año, lo cual permite que las temperaturas medias se mantengan realmente altas, oscilando entre los doce grados centígrados de mínima y los diecinueve grados centígrados de máxima. Del mismo modo, las precipitaciones lluviosas son muy escasas, aportando no más de 170 milímetros cúbicos de agua por metro cuadrado. Escasez acompañada de una completa irregularidad, tanto en el espacio como en el tiempo, que puede provocar que, en un solo día, llueva hasta el cuarenta por ciento de dicha cantidad en puntos muy concretos. Por ello, no es de extrañar que sea un territorio sensiblemente seco, por el que corren algunos arroyos y sólo tres ríos, San Pedro, Aguas y Las Negras, que llevan caudal en los cortos periodos de lluvia. Además, en la mayoría de los casos los recursos hídricos se encuentran contaminados por sales (cloruros y sulfatos de sodio y magnesio).

Todo ello, da como resultado un conjunto de paisajes erosionados, tierra calcinada y vegetación rala elegido como único enclave europeo por el camachuelo trompetero y donde crece la única palmera europea autóctona, el palmito.

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