En una obra de arte inciden una serie de componentes individuales (personalidad del artista), intelectuales (ideas de la época), sociales (clientela) y técnicas.
La personalidad del artista: la obra de arte es reflejo de una personalidad creadora y existe una estrecha correlación entre los perfiles del creador y los de su obra. Por su obra podemos conocer al artista, es como compararlo con el psicólogo clínico cuando trata de conocerla personalidad del paciente a través de la respuesta de un test.
Las circunstancias sociales, influyen claramente, puesto que no viven aislados de los demás. Hoy día el pintor o el escultor lleva su obra a una sala de exposición e ignora el destino final de su creación, en otros tiempos trabajaba por encargo de una clientela, con lo que los valores, o al menos las necesidades, de los grupos sociales dominantes incidían de alguna manera en su tarea.
Los conocimientos técnicos, en la medida en que la actividad artística exige destreza manual, las posibilidades y características del material con el que trabaja y los conocimientos técnicos que se tienen influyen en bastantes rasgos de la obra.
La historia del arte no es acumulativa. Un estilo no supone un progreso sobre el anterior, ni el arte de un siglo implica superioridad sobre el de los precedentes, pero sí lo es en el sentido técnico, en cuanto que los medios de trabajo se van describiendo y perfeccionando sucesivamente.
Cada una de las siete artes que hoy conocemos se define por el uso de un medio especifico: la arquitectura es la creación de espacios, la escultura es el arte de las formas, la pintura el de los colores, la poesía el de las palabras, la música el de los sonidos, la danza crea belleza mediante los movimientos, el cine mediante imágenes móviles.
Debemos aclarar el equívoco de que el arte es creación o producción de objetos bellos. La búsqueda de la belleza es una constante de la historia del arte, debemos entender la belleza artística no solo en el sentido de esplendor de la forma, sino en otro sentido más profundo, que puede asimilar lo que coloquialmente designamos como feo.
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